El pedestal de Marimontes. 

La excursión estaba organizada; ese mes estaba resultando duro climatológicamente. Tan sólo me hacía falta lo más importante: la autorización de mi padre. El día elegido prometía ser húmedo, así que las trabas posibles por cuestiones laborales se disipaban. Lo otro... lo otro era lo más complicado. -¿Cómo le explicaba los motivos del viaje?-.

Era el más pequeño de tres hermanos, los mayores resultaban ser aplicados en los estudios.

-Si el niño no quiere estudiar tajo tiene, decía. ¡Como anillo al dedo le viene al nene el negocio!. ¡No veis que no quiere…! y el maestro dice que listo es, pero vago y muy "despistao", también.

Hace unos días escribí una pequeña reflexión en la red social Facebook, a raíz de todo lo sucedido con los cascos celtíberos de Aranda de Moncayo, y la posterior incautación de un importante lote de restos arqueológicos.

Que los estados son los máximos expoliadores por acción y por omisión es algo que aunque cueste reconocer, está más que claro. Pero es que resulta tan fácil cascarle a un tío con un detector y hacer la vista gorda con los desmanes de la administración.....que para que calentarse más la cabeza. Si una mentirijilla cuela como verdad universal, "pa qué remover la mierda". No quiero yo con esto decir que el individuo en cuestión debería irse de rositas, no, nada de eso, lo que quiero decir es que empezando desde el primero que sabía del asunto y consintió, hasta el último, deberían estar todos imputados por expolio grave.

Para ejemplo un botón: Almuñécar (Granada) almacenaba un valioso patrimonio arqueológico en el sótano del centro de salud

Diego Urbano, organizador de la mesaA primeros de Julio me enteraba de la presentación en Sevilla del último libro del polémico y conocido arqueólogo Ignacio Rodríguez Temiño. Indianas Jones sin futuro.

Encontré al autor en un foro donde invitaba a detectoaficionados a un debate. Era yo conocedor de la amistad entre este y el fallecido profesor Manuel Carrilero pues no era la primera vez que intercambiaba opiniones con Temiño. Lo invité a hacerlo en Castro; de camino la actividad arqueológica, pensé, se podía enmarcar en un “recordatorio homenaje” al malogrado arqueólogo local en el que llevaba años trabajando. 

La verdad es que no contamos con mucho tiempo para organizar y por cuestiones de calendario del escritor la presentación se programó para un par de semanas después. La actividad fue organizada por el blog Historias de Castro del Río y el grupo Salsum, rápidamente hicimos un organigrama para que en el evento participara colegas y amigos de Carrilero que pudieran hacer una introducción a sus trabajos y a su obra; el mismo Ignacio se puso en contacto con compañeros que manifestaron su ilusión por el acto pero la imposibilidad de la asistencia.