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Tras un largo día de playa cuando el Sol comienza a perderse por el horizonte empezamos a recoger las cosas para marcharnos a casa. Mientras tanto vemos a una persona, vestida completamente, con unos cascos en sus orejas que comunican con un objeto que lleva entre las manos. Parece un palo de escoba pero en lugar de terminar con un cepillo tiene en su punta una especie de plato que va paseando de manera uniforme por el terreno; de un lado a otro, con movimiento pendular. De vez en cuando, parece que algo le llama su atención, se agacha y escarba en la arena. Es un detector de metales y busca algún objeto descuidado entre la arena con la esperanza de que tenga algo de valor.
Esta imagen la he visto en cantidad de ocasiones. Aunque puede resultar una actividad un tanto inofensiva, el uso de los detectores de metales en la playa no es la única utilidad de estos objetos en manos de aficionados a la búsqueda de tesoros. La actividad más controvertida es la búsqueda de objetos dentro de yacimientos o zonas arqueológicas. Algo que se encuentra en un limbo legal al que habría que ponerle límite.
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- La Guardia Civil alerta de que los artefactos no se deben almacenar como piezas de coleccionismo.
- La Benemérita explica que sus mecanismos de seguridad están deteriorados y pueden estallar en cualquier momento.
- Zaragoza, por la Batalla del Ebro, es la provincia donde más hallazgos se producen cada año en España.
La Guardia Civil se hace cargo cada año de unos mil artefactos procedentes de la Guerra Civil, pero solo son una muestra de los que también encuentran los coleccionistas que, sin ser conscientes del peligro que entrañan, los guardan como un tesoro en sus casas.
No por antiguos son menos peligrosos. Todo lo contrario. Según explica Carlos Vicario, del Servicio de Desactivación de Explosivos y Defensa NRBQ de la Guardia Civil, precisamente esos artefactos tienen más riesgo porque sus sistemas de seguridad se han deteriorado con el paso del tiempo y en cualquier momento pueden explosionar.
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Al contrario de lo que pone en su gorra, Nguyen Thi tam, de 48 años, no trabaja para el Gobierno estadounidense. El suyo es uno de los oficios más peligrosos del mundo por un salario de cuatro dólares…los días con suerte.
Equipada con un detector de metales, Thi busca día y noche bombas enterradas para revender su metal.
Nguyen Thi Tam:“Tengo un arrozal diminuto que no cultivo nunca porque no tengo agua suficiente para el riego. No tengo opciones. Sé muy bien que es peligroso, pero tengo que sacar adelante a mi familia. Un cuenco de sangre por un cuenco de arroz. Vivir o morir haciendo este trabajo…es una cuestión del destino”
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Cuanto hemos tenido que escuchar desgraciadamente la palabra “cazatesoros” durante los últimos tiempos. Sin embargo, estos “ladrones de la historia” han depredado el medio marino desde hace años y han hecho un daño irreparable a nuestra historia, y es que España es un caso excepcional en materia de patrimonio arqueológico submarino y como tal debería ser tratado y ocupado el asunto. Miles de sus pecios, es decir barcos que enarbolaban bandera de la corona Española en el momento del naufragio, se hundieron diseminados en los siete mares del mundo. No todas las naciones tienen ese rico pasado en patrimonio, fiel reflejo del esplendor de su cultura y hegemonía marítima, por lo que este es un debate que lógicamente debería interesar y muy mucho a España por las consecuencias y el significado que posee.